Durante una etapa de mi vida no me resultó nada fácil perdonar y pasar página. Tuve que emplearme a fondo porque me daba cuenta de que todos los agravios, engaños y ofensas que me habían hecho acudían a mi mente torturándome una y otra vez, restándome energía. Fue entonces cuando comencé a buscar información, quería una receta, una fórmula mágica que me devolviera la paz.
El primer paso es distanciarnos de la persona o de la situación que nos produce dolor. Para ello podemos acudir a la meditación o la oración.
Segundo, tener claro que ser capaz de perdonar no es una rendición, es un regalo para uno mismo. Para perdonar hace falta tener las cualidades siguientes: humildad, empatía, valentía, integridad, honestidad, espiritualidad, sentido común (todas ellas propias de personas fuertes, no débiles)
El hecho de perdonar no tiene porque hacer desaparecer el dolor acompañado a la ofensa; se cree que si todavía hay dolor no ha habido un perdón verdadero, y eso no e cierto. Una cosa es el dolor y otra los sentimientos de venganza o rencor.
EL PERDÓN ES SUPERIOR Y MÁS BENEFICIOSO QUE LA VENGANZA
El perdón está demostrado tiene beneficios para la salud ya que reduce la presión sanguínea, el sistema inmune mejora, disminuye la necesidad de medicamentos y se refuerza la vida sexual. Por último, previene el cáncer.
El perdón significa sobre todo que me quiero a mí misma y no quiero quedarme atascada en una situación dolorosa y con malos pensamientos.
El perdón es sinónimo de madurez espiritual, dentro de la escuela de la vida el perdón es una de las materias más difíciles de aprender. No solo debemos aprender a perdonar a los demás, sino también perdonarnos a nosotros mismos.
Un Curso de Milagros ofrece una visión maravillosa del perdón.
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